Motorcycle Vespa

martes, 5 de marzo de 2013

"Oh capitán, mi capitán", de W. Whitman, por Marián Gracía Barcia.


El poeta Walt Whitman escribió este poema como homenaje a Abraham Lincoln tras su asesinato.


¡Oh Capitán! ¡mi Capitán!

nuestro viaje ha terminado;

el buque tuvo que sobrevivir a cada tormenta,
ganamos el premio que buscamos;
el puerto está cerca, escucho las campanas
todo el mundo está exultante,
mientras siguen con sus ojos la firme quilla,
el barco severo y desafiante:
pero ¡oh corazón!¡corazón!¡corazón!
oh, las lágrimas se tiñen de rojo,
mi Capitán está sobre la cubierta
caído y muerto de frío.



¡Oh capitán! ¡mi capitán!

levántate y escucha las campanas;
levántate, izan la bandera por ti
por ti suenan las cornetas;
por ti ramos y cintas de coronas,
por ti se amontonan en las orillas;
a ti te llama la influyente masa,
giran sus rostros impacientes;
¡aquí Capitán!¡querido padre!
este brazo bajo tu cabeza;
es como un sueño sobre la cubierta,
tienes frío y has muerto.



Mi capitán no responde,

sus labios están pálidos e inmóviles;
mi padre no siente mi brazo,
no tiene pulso ni voluntad;
el barco está anclado sano y salvo,
el viaje ha terminado y se ha hecho;
de un viaje temeroso, el barco triunfador,
entra con su objetivo realizado;
exultamos, ¡oh costas y sonidos, oh campanas!
pero yo, con triste pisada
camino en cubierta donde está mi Capitán,
caído y muerto de frío.




Valoración personal: 
Este poema nos habla de respeto, afecto y admiración. Nos invita a reflexionar sobre el transcurso de nuestra vida y nuestras reacciones. Habla sobre el regreso de un viaje, la vuelta al puerto del que partieron y la gente lo celebra con clarines. Sin embargo, el capitán se encuentra tirado en la cubierta, frío y muerto.

"Hojas de hierba" de Walt Whitman, por Marián García Barcia.

Hojas de hierba, de W. Whitman:



Creo que una brizna de hierba, no es menos
que el camino que recorren las estrellas,
y que la hormiga es perfecta,
y que también lo son el grano de arena
y el huevo del zorzal,
y que la zarzamora podría adornar
los salones del cielo.

Y que la menor articulación de mi mano,
puede humillar a todas las maquinas.
Y que una vaca paciendo
con la cabeza baja,
supera a todas las estatuas,
y que un ratón es un milagro
capaz de asombrar a millones de incrédulos.

Se incorporaron, el gneiss y el carbón,
el musgo de largos filamentos, frutas, granos y raíces.
Que estoy estucado totalmente
con los cuadrúpedos y los pájaros,
que hubo motivos para lo que he dejado allá lejos
y que puedo hacerlo volver atrás,
y hacia mí, cuando quiera.

Es vano acelerar la vergüenza,
es vano que las plutónicas rocas,
me envíen su calor al acercarme,
es vano que el mastodonte se retrase,
y se oculte detrás del polvo de sus huesos,
es vano que se alejen los objetos muchas leguas
y asuman formas multitudinales.

Es vano que el océano esculpa calaveras
y se oculten en ellas los monstruos marinos,
es vano que el aguilucho
use de morada el cielo,
es vano que la serpiente se deslice
entre lianas y troncos.

Es vano que el reno huya
refugiándose en lo recóndito del bosque,
es vano que las morsas se dirijan al norte
al Labrador.

Yo les sigo velozmente, yo asciendo hasta el nido
en la fisura del peñasco.

Valoración personal:
Esto es un canto de amor y respeto a la más grande de todas las maravillas, que es la vida humana. En este poema se recalca y se le da mayor valor y prestigio a la naturaleza y las capacidades con las que cuenta el ser humano.


Caligrama. Jorge Silvosa Vázquez.


- El caligrama comienza un poco más arriba que la rueda delantera y termina en la curva que se forma encima de la rueda delantera también (creo que no me he explicado bien).
- Como no se va a entender dejo debajo el poema en que se basa:


Subidos en mi Vespa,
sentir tu tenue suspiro en mi nuca,
agarrada a mi cintura,
el mundo desaparece,
solo existimos nosotros dos.

Subidos en mi Vespa,
suave brisa de primavera
azotando nuestros cabellos,
sensación de libertad inefable,
¡que nunca se acabe!

Subidos en mi Vespa
las horas pasan rápidamente.
No sabemos hacia donde vamos,
pero al fin y al cabo eso da igual,
lo único que importa somos tú y yo.


Caligrama, por Marián García Barcia.


Ellos no pensaban en mañana,
no pensaban en nada más,
simplemente soñaban con escapar
de ese mundo demasiado real
para vivir una vida feliz.

Soñaban con el día
en que ellos partían hacia su nueva vida.

La felicidad los esperaba,
pues los dos se amaban.
Creían que su amor nunca terminaría,
que nunca llegaría el día 
en que todo se acabara.